PRESENTA PROGRAMA ESPÍRITU DEPORTIVO CHARLA CON JUAN VILLORO

• Relata escritor cómo se vivió el Mundial de México 70 desde la afición.

• Recuerda la forma en que se involucró en la literatura del futbol.

Zinacantepec, Estado de México, 7 de octubre de 2020. El programa dominical Espíritu Deportivo, que transmite la Secretaría de Cultura y Turismo a través de sus redes sociales, se vistió de gala con una entrevista a Juan Villoro, escritor y apasionado del balompié, quien compartió sus puntos de vista con respecto al futbol nacional e internacional.

Durante 30 minutos y bajo la conducción de Mario Gómez y Diego Castillo, el literato ofreció una interesante charla en la que desglosó lo vivido hace 50 años, cuando México por primera vez fue el anfitrión de la Copa Mundial de Futbol.

Juan Villoro detalló cómo se vivía el futbol para los aficionados en la década de 1960, recordó cuando en 1962 pudo seguir el Campeonato Mundial de Chile a través de la radio, mientras que para el Mundial de 1966 pudo ver algunos partidos por la televisión, por lo que eran pocos los parámetros que se tenían para comparar el balompié nacional con el resto del orbe.

El escritor relató cómo era la afición mexicana durante ese periodo, en el cual había equipos muy representativos como el Necaxa que surgió del sindicato de la empresa de electricidad, “el equipo del pueblo”, el Atlante, el Guadalajara, conjunto que sólo permite la militancia de jugadores nacionales, creando con ello un arraigo importante, pero enfatizó el hecho de que la afición sólo veía el deporte local.

“Cuando el Necaxa le ganó al Santos con todo y Pelé, fue un acontecimiento monumental, pero realmente no teníamos este contacto que ahora podemos tener con el futbol mundial, entonces había una expectativa enorme por el Mundial de 1970, por la selección nacional y había muchas incógnitas, porque no había información previa”, afirmó.

El también cronista explicó que no se tenía información de cómo venían las otras selecciones ni de cómo se habían preparado, las expectativas estaban en países ya con mucha tradición, pero sobre la afición esperaba un gran papel del equipo tricolor, encabezado por su jugador más importante Alberto Onofre.

“Quiso la tragedia que siempre ha acompañado a este país, que Alberto Onofre se fracturara en la última jugada, del último entrenamiento antes de la Copa del Mundo. Era un jugador excepcional, era un enganche -diríamos hoy-, que podía iniciar jugadas ofensivas en medio campo y rematarlas en el centro del área, un jugador de una sofisticación y calidad realmente extraordinaria”, expuso.

“Yo tenía 14 años, esta noticia me devastó, lo mismo que a toda mi generación, la fractura doble de Alberto Onofre me hizo saber que en el cuerpo existen huesos llamados tibia y peroné, hasta entonces yo no lo sabía, nos enteramos de esos huesos fatales con la fractura de Onofre, ahí sentimos que podían arruinarse nuestras expectativas”, recordó el autor de obras como “Dios es redondo” y “Balón dividido”.

Villoro relató cual era la perspectiva que se tenía en ese certamen y sobre todo los motivos para elegir a la capital del Estado de México para el juego ante Italia. La intención fue que la altura de la ciudad toluqueña, mayor a la de la Ciudad de México fuera un factor a favor, lo cual no rindió efecto ya que el marcador fue en contra de los tricolores 4-1.

“La selección nacional siempre ha tenido un respaldo fuerte, pero también crítico, porque nos ha quedado a deber, el hecho de que no lleguen al quinto partido nos decepciona y hemos fraguado frases como ‘jugamos como nunca y perdimos como siempre’. El hecho de que nuestro grito de guerra en los estadios sea ‘sí se puede’, es que muchas veces hemos tenido que decir ‘ni modo, no se pudo”, explicó.

Juan Villoro señaló que la selección nacional no ha concretado triunfos absolutos, sobre todo en la categoría mayor y recordó los campeonatos ganados en los Mundiales Sub-20, o las glorias nacionales, que destacan en el extranjero de manera individual.

“En México 70 se cristalizó una gran pasión por la selección, porque si algo tiene este país es la capacidad para organizar fuerte, somos anfitriones de maravilla, lo hemos comprobado en los dos Mundiales, en los Juegos Olímpicos, la algarabía, el festejo es extraordinario, el hecho de que la selección estuviera arropada fue muy sorprendente, como lo fue en el Mundial de México 86”, comentó.

Acerca de cómo empezó a escribir de futbol, consideró que la literatura te permite desarrollarte en cosas que siempre quisiste hacer, pero que no lograste y platicó sus andanzas por el balompié y las fuerzas básicas de Pumas, pero también la relación que se dio con su padre, el también escritor Luis Villoro a partir de sus visitas a los estadios, primero a CU y luego al Azteca.

“Una de las maneras de recuperar esa pasión, de conservarla, es por supuesto escribir del juego, pero también pienso mucho en las relaciones sentimentales que te dan a partir de eso, creo que una forma de las más eficaces del afecto filial, del afecto de padres a hijos, ocurre en los estadios compartiendo la pasión por el juego o por un equipo”, externó.

Villoro relató que a partir del divorcio de sus padres, su progenitor utilizó las gradas de futbol para tener una relación con su hijo cada domingo, tomando en cuenta que en la capital mexicana siempre ha existido un gran número de equipos, como para acudir cada semana a un recinto deportivo.

“Yo estaba convencido de que mi padre era un gran aficionado al futbol, pero en realidad él lo hacía para pasar un tiempo conmigo, eso lo supe mucho tiempo después porque cuando pude ir por mi cuenta a los estadios, él dejó de ir y me sorprendió que él había estado ahí para acompañarme y me pareció conmovedor, en mi infancia y el principio de mi adolescencia el sitio que más estuve con mi padre fue en un estadio”, recordó.

Finalmente, acerca de su postura del deporte más popular a nivel mundial, el declarado necaxista dijo que “cuando yo escribo, de lo que más me interesa es la afición, no soy un exfutbolista, no soy un entrenador, no sé mucho de táctica, no pretendo ser un historiador del deporte, no pretendo decir cosas que otros especialistas dicen.

“A mí lo que me gusta como cronista es captar ese misterio que es la afición por el juego, ¿por qué se suscita esa pasión?, ¿cómo se administra?, ¿qué consecuencias tiene? y esto es lo que a mí más me gusta, de alguna manera soy un aficionado a la afición”, puntualizó Juan Villoro.