- Desde la época prehispánica, la alimentación se ha basado en la llamada “triada mesoamericana”, que consiste en el maíz, la calabaza y el frijol; sin embargo, los grupos indígenas también se dedicaron a la recolección de algunos alimentos, además de la caza de peces, ranas y armadillos, para complementar su dieta diaria.
Toluca, Méx; 31 de marzo 2024. Con la inquietud de rescatar el conocimiento tradicional de las comunidades indígenas, la investigadora Laura White Olascoaga, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), realiza un estudio de la alimentación de grupos indígenas otomíes y matlatzincas, pertenecientes al Estado de México.
Desde la época prehispánica, la alimentación se ha basado en la llamada “triada mesoamericana”, que consiste en el maíz, la calabaza y el frijol; sin embargo, los grupos indígenas también se dedicaron a la recolección de algunos alimentos, además de la caza de peces, ranas y armadillos, para complementar su dieta diaria.
Si bien, la alimentación en México se modificó con la llegada de alimentos provenientes de España como el trigo, las habas y animales como vacas y puercos, que han logrado ser parte de la gastronomía mexicana, muchos de los alimentos tradicionales ya no se consumen y representan una pérdida del conocimiento generacional de las comunidades indígenas.
Es por ello que Laura White hizo una investigación dentro del municipio de Malinalco, donde se acerca a las y los adultos mayores, quienes comparten su conocimiento, pues se criaron con estas costumbres tradicionales que ya no lograron pasar a las generaciones actuales y que, por lo tanto, ya no forman parte de su cultura.
Destacó que muchos de estos alimentos ya no se consumen porque es difícil encontrarlos o adquirirlos, debido a la pérdida y contaminación del hábitat natural de los animales, principalmente en cuerpos de agua, donde se crían muchos de los insectos consumidos ancestralmente y plantas como el agave, que es una especie amenazada. También se debe a un tema de discriminación, donde consumidores y productores sienten rechazo hacia estos alimentos, por ser baratos o tener un origen indígena, por lo cual la investigadora invitó a la sociedad mexiquense a dejar de lado los prejuicios y consumir estos alimentos.
Como resultado de su trabajo, la investigadora identificó los alimentos que ya no son consumidos en la actualidad, incluso algunos son catalogados como peligrosos o tóxicos para la salud; sin embargo, eran el alimento de estas comunidades. “Las malvas y las agallas de los encinos se comían, también la mariposa monarca, la cual es tóxica, pero las comunidades la asaban y se la comían”, resaltó.
Laura White buscó rescatar esta gastronomía, registrarla e impulsarla para no perder este conocimiento, que forma parte de la cultura indígena de la entidad mexiquense. Es por ello que se centró principalmente en artrópodos como acociles, gusanos de agave, larvas e incluso, la mariposa de la planta tepozán, que es una especie endémica del Estado de México y que también puede ser consumida. Además, ha documentado la recolección de hongos y de quelites, así como la flor de calabaza y agallas.
Finalmente, la investigadora aconsejó a las futuras mujeres universitarias a seguirse preparando dentro de su área de estudio, pues cada vez es más importante la participación femenina dentro de las ciencias, que necesitan de diferentes perspectivas y opiniones, recordando que “la ciencia ya no solo es para hombres”.