· El catedrático e investigador del Centro Universitario UAEM Valle de Chalco indicó que, aunque había incertidumbre, la parte de la solidaridad y el compañerismo hizo que el nivel de estrés en estas poblaciones disminuyera.
Valle de Chalco, Méx; 27 de diciembre de 2022. En el contexto de la pandemia de COVID-19, las zonas rurales fueron un tanto invisibilizadas; así, a pesar de que un porcentaje importante de su población estuvo contagiada, no recibió la atención médica debida e incluso, formó parte del subregistro, la invisibilización en los datos oficiales, sostuvo el catedrático e investigador del Centro Universitario Valle de Chalco de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), Julio Flores Villegas.
“Uno de los mecanismos de trasmisión de la COVID-19 es el hacinamiento, la densidad poblacional, la parte del contacto directo. Entonces, la atención se centró en las grandes urbes, las ciudades, las cabeceras municipales con una densidad poblacional grande”, señaló el coordinador de la Maestría en Enfermería de este espacio universitario.
Afirmó que el acercamiento que con comunidades rurales tuvieron los participantes en el proyecto de investigación “Nivel de resiliencia y su asociación con estrés en comunidades rurales de la región oriente del Estado de México frente a la contingencia sanitaria por COVID-19” les permitió apreciar que muchas personas fueron afectadas por el virus SARS-CoV-2 y nunca se reflejaron en la parte estadística.
“No hubo una atención adecuada hacia esas poblaciones, porque incluso los centros de salud no estuvieron preparados para atenderlas”, dijo el universitario, quien precisó que dicho proyecto tuvo como objetivo evaluar el nivel de resiliencia y estrés que estas comunidades presentaron frente a la COVID-19.
Flores Villegas aseveró que si bien, la contingencia sanitaria generó un nivel de estrés muy importante en comunidades de municipios mexiquenses de la región oriente del Estado de México como Tepetlixpa, Ozumba, Atlautla y Ecatzingo, también su nivel de resiliencia fue alto, principalmente como consecuencia de los usos y costumbres.
Por ejemplo, indicó, aunque había incertidumbre, la solidaridad y el compañerismo hicieron que el nivel de estrés en estas poblaciones disminuyera. “Comparten estilos de vida muy particulares y uno de ellos tiene que ver con la parte de la solidaridad comunitaria. Se dedican principalmente a actividades agrícolas y es muy común que se apoyen entre vecinos”.
Sin duda, manifestó el universitario, la contingencia sanitaria generó temor en ellos, pero también los motivó a apoyarse más. Así, cuando una persona se infectaba, los vecinos se solidarizaban, por ejemplo, para transportar al paciente para que fuera atendido o a veces, con cuestiones de medicina tradicional.
Además, abundó, los ayuntamientos, permeados por los usos y costumbres, empezaron a generar el apoyo, principalmente de la infraestructura, lo que en salud denominamos respuesta social organizada, que tiene que ver con la disponibilidad de la transportación en caso de que fuera necesario para las personas afectadas por la enfermedad.
Julio Flores Villegas detalló que este proyecto de investigación, que tuvo una duración de un año y concluyó el pasado mes de agosto, permitió contar con evidencia científica sobre lo que ocurrió en comunidades rurales durante la contingencia sanitaria y generar estrategias que ayuden a mantener o aumentar la resiliencia de sus poblaciones.
Además, concluyó, ya tuvo como resultado dos tesis de licenciatura y dos artículos publicados en las revistas Britain Americans Journal, sobre el nivel de resiliencia en comunidades rurales del Estado de México, y la revista de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la UNAM, con respecto al manejo de enfermería en situaciones de estrés en comunidades rurales.